viernes, 6 de marzo de 2009

Tchaikovsky: Sinf. N° 5 (Mravinsky)


Resulta difícil comprender por qué muchos artistas trajeron al mundo sus creaciones más lúgubres en las mejores etapas de sus vidas. Ejemplos hay muchos, pero hoy nos ocupa la sinfonía en comento.
En 1888, Tchaikovsky gozaba de estabilidad y tranquilidad emocional (cosa extraña en él), lo que induce a pensar que en tales circunstancias sus composiciones serían calmas y llenas de una belleza serena. Sin embargo, entre mayo y agosto de ese año compuso su Quinta Sinfonía, obra marcada por cierta desesperanza y pesimismo (en sus dos primeros movimientos), así como por un optimismo fuerte, pero cauteloso (en los dos restantes).
Al igual que en la Cuarta, el tema del destino parece estar presente, sólo que de modo más poderoso: la Cuarta parece presentar una idea de qué es el destino; la Quinta parece enfocada a sus consecuencias... tal vez una premonición de las tragedias que Tchaikovsky habría de sufrir durante sus últimos años.
Plagada de sonidos siniestros y pesados, la sinfonía resultó no ser del completo agrado del compositor, aunque es una de sus obras más populares (tal vez por ese manto de misterio que la cubre). Sin embargo, no siempre fue así. Las críticas que recibió en su momento no fueron auspiciosas. Se dijo que la obra era cruda, carente de sinceridad, que inducía a confusión al oyente... se dijo que era la "más débil sinfonía de Tchaikovsky, sin embargo, es una obra impactante".
En el mismo link del tema anterior pueden encontrarla, con Mravinsky y la Filarmónica de Leningrado. Sólo puedo decir que, para una obra de estas características, se requiere una interpretación enérgica y agresiva, a la vez que suave y gentil cuando es necesario. La versión de Mravinsky cumple a cabalidad con estos requisitos, a los que hay que sumar el excelente trabajo de los ingenieros de la Deutsche Grammophon (la maestría se nota al comparar esta grabación con otras de esta obra, dirigidas por el propio Mravinsky, pero editadas por otros sellos).
Aquí el primer movimiento, con Mravinsky en la batuta:

Primera parte
Segunda parte